• "Mejor tenerlo y no necesitarlo, que necesitarlo y no tenerlo".

  • Qué es el sesgo de normalidad

  • Es estado psicológico caracterizado por la negación de las posibilidades reales de que un desastre natural tenga lugar  y sobre las graves consecuencias que ocasionaría tanto a las personas como a sus propiedades, es lo que se conoce como sesgo de normalidad.

    Tal actitud es la razón por la cual cuando un evento de esta naturaleza se presenta habrá dos tipos de personas, las que se prepararon para sobrevivirlo y las que por pensar que no pasaría nada o que no les afectaría mayormente, no tomaron ningún tipo de previsión, ni tampoco saben cómo actuar ni durante, ni en las horas posteriores al evento.

    Es en esos momentos cuando pasan de inmediato del estado de negación al de  la más absoluta angustia y buscan con desesperación que quienes tomaron previsiones, acumularon agua, comida y medicinas y prepararon un plan detallado de supervivencia, les presten ayuda.

    No crea sin embargo que el sesgo de normalidad sea tan solo una forma de pensar que evita  el preocuparse sin fundamento y que tal conducta no suponga para el resto de las personas ningún peligro, porque la verdad es que no hay nada más alejado de la realidad. La desesperación cuando sobreviene el caos puede ser una muy mala consejera.

    «Aquí nunca va a pasar nada»

    Seguro que esta frase la ha escuchado más de mil veces de vecinos y personas allegadas, pero ello tan solo obedece a la falta de información y de interés en el tema, pues todos los días en algún lugar del mundo ocurre un desastre producto de la furia de la naturaleza o del hombre. No basta más que ver los noticieros para darse cuenta  que si no es un ataque terrorista, es un huracán, un tornado, un tsunami o un terremoto. Y si bien es cierto que no todos pueden predecirse, también lo es que lo que sí se puede es estar preparados para cuando sucedan.

    Algunos lugares enfrentan anualmente situaciones de peligro, como ocurre en el Caribe con los huracanes y en algunas zonas de los Estados Unidos, que también suelen ser azotadas por este fenómeno natural o por los tornados. En otros lugares están siempre alertas ante los terremotos al estar asentados en zonas sísmicas, como en Chile y en Japón y algunos más presentan incendios o inundaciones.

    Seguro que quienes hacen vida en estos lugares tienen toda una planificación previa, que incluye no solo como actuar cuando se presenta el evento sino que además han sido entrenados para tener un comportamiento adecuado luego que pase  el mayor peligro. Desde pequeños reciben información sobre cómo protegerse y se realizan simulacros de evacuación. No hacerlo sería suicida.

    Toda esta evidencia palpable parece sin embargo no hacer reaccionar a los que se dejan llevar por el sesgo de normalidad y luego se les escucha decir…

    «Nunca imaginé que esto podría pasar»

    Las cifras son realmente alarmantes pues se ha llegado a calcular que más del 40% de la población no toma previsiones para situaciones de emergencia provocadas por los desastres naturales, que son en todo caso los de mayor probabilidad de ocurrir. Esto normalmente incide en el número de lesionados y muertos cuando se presenta el evento.

    ¿Por qué no lo hacen?

    Es más fuerte su creencia de que nada malo les va a ocurrir, que todos los hechos palpables que tienen ante sus ojos. Con base en esto algunos hasta tienen las agallas de no acatar las órdenes de desalojo preventivo, bajo la excusa de que en otras oportunidades han ocurrido huracanes o tornados y no han sido tan devastadores. Lamentablemente luego son los que trepados en los techos de sus casas piden ayuda y se quejan de la lentitud en la respuesta por parte de las autoridades.

    Son ellos los que al ver cómo han quedado sus casas, sus bienes  y su entorno inmediato, repiten sin cesar “nunca pensé que algo así podría realmente pasarme a mí”.

    En esta situación donde les invade la depresión y la desesperación por el sombrío porvenir que les espera,  tan solo se dedican a buscar la ayuda de un vecino o de quien saben que si se preparó.

    Lo hemos visto recientemente, en las islas del Caribe tras el paso de alguno de los huracanes anuales. Cuando ya no hay luz, ni agua limpia, ni comunicaciones y mucho menos comida, comienzan los lamentos y las acusaciones. Que diferente hubiese sido todo si hubieran  acopiado  suministros y tuvieran un lugar seguro donde dirigirse. Claro que aun así cualquiera puede verse afectado pero al menos habrían trabajado para evitarlo en la medida de lo posible.

    « ¿Por qué nadie nos ayuda?»

    Hemos visto a cientos de personas en los noticieros y tal vez también cerca de nosotros, que luego se hacen esta pregunta ¿Por qué nadie nos ayuda? es muy fácil acusar a las autoridades y a quienes dedicaron tiempo y esfuerzo en tomar medidas y estructurar un plan, en vez de  pensar cuan diferente sería su situación si no se hubiesen dejado llevar por el sesgo de normalidad.

    Con su actuación obligan al personal de defensa civil y a los organismos de ayuda internacional a enfrentarse a un caos de magnitud colosal, cuando tal vez si muchos más estuviesen preparados para una evacuación y obedecieran las órdenes, pudiera ser algo menor.

    Lamentablemente cuando ocurre la devastación de una zona por mucho que se intente llevar ayuda, ello no ocurrirá de manera inmediata y mientas tanto el panorama que se observará en el entorno será desolador. Es posible que se encuentren cadáveres en las calles, que proliferen las enfermedades, que no haya luz,  que las vías estén intransitables, que no haya ventas de comida o medicamentos abiertos, que los que no tienen nada se dediquen a saquear. Todo esto tendrá altas probabilidades de ocurrir  antes que las autoridades lleguen al sitio.

    Es aquí cuando el riesgo para los preparacionistas puede aumentar, pues se habrán convertido en la solución para quienes antes nunca pensaron que algo así podría pasar.

    El sesgo de normalidad es una amenaza para los preparacionistas

    Los que sufrieron el sesgo de normalidad ahora pensarán en sus derechos y ello les lleva a pensar que los que tienen provisiones deben ayudarles, sin pensar que hacerlo les pone a ellos en su misma situación tan solo en unas horas.

    Es allí cuando se convierten en una amenaza para los preparacionistas, por lo que los preppers deben estar siempre listos para proteger sus reservas de agua, comida y demás insumos, tanto como su vida y la de su familia.

    Antes de llegar a estas situaciones es muy importante seguir concienzado a las personas sobre las posibilidades reales de que algo desastroso ocurra y alentarles a tomar algunas medidas para aliviar la situación, hasta que las autoridades puedan tomar el control.

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